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2/10/11

2 de Octubre

Como cada año el 2 de Octubre se recuerda a los caídos en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

En 1968, con las Olimpiadas en puerta, el régimen no tuvo otra opción que reprimir con sangre y fuego las protestas de los jóvenes de la época. Gustavo Díaz Ordaz, rebasado por las manifestaciones estudiantiles solo fue un títere, ahora lo sabemos, de las maquinaciones de Echeverría, senil y podrido en su vejez, este hombre fue, por dos sexenios el verdadero poder tras el trono.

Sin embargo, las presiones a las que se veía sometido el señor presidente, jefe máximo de la Revolución y dador de vida, bueno casi, el Gran Macho, el Chingón; ante todo eso que significaba ser el gobernante y comandante supremo, macho alfa del país; tuvo que aceptar que toda la culpa recaía en sus manos, que la responsabilidad era suya, por el puesto ocupado.
Y el verdadero asesino, como premio, paso a tomar el lugar del pendejo que lo dejo trepar, y se convirtió, de la noche a la mañana, en el líder no solo del país, sino de los países no alineados del mundo, vistió las guayaberas que ahora regresaron de la mano del innombrable y ataco, con la mano izquierda a las guerrillas que nacieron del 68 mientras que con la derecha hacia suyo el discurso de izquierda.


La guerra sucia, la toma de Excelsior, escuadrones de la muerte o guardias blancas y, la cereza del pastel, el jueves de Corpus, la matanza del 71, los halcones, ese es el legado del licenciado Luis Echeverría Álvarez.

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