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29/4/10

Vive Latino, un alto en el camino


Después de tanta sangre, cortesía de la guerra contra algunas de las drogas del señor de los pinos, no, no es una ardilla, decidimos hacer un break y asistir a uno de los festivales más importantes en nuestro país, bueno, casi casi el único y por lo tanto heredero directo de las glorias de Avándaro. Sí, no es un invento de viejitos jipis o padres que se la quieran dar de malos, existió un Avándaro y los soldados te vendían la mota que se consumía, dicen, que de su ración personal (es pal consumo me imagino a un soldado diciéndome con voz pastosa y ojos vidriosos) que cómo sé de esto, pues porque esos mismos padres, que entonces eran adolescentes greñudos y alocados me lo contaron.
Pero dejemos atrás las historias de abuelos rockers para decirles que este año el festival latinoamericano de dos pasó a tres días de puro y absoluto rock, bueno eso más bien es un comercial, ya que desde hace no mucho, quizá cinco años, se ha caracterizado por una sola cosa, la música y sus tendencias.El viernes se inicio todo con la presentación de la opera rock Dr. Frankestein, la cual es una adaptación al clásico de Mary Shelley debida a la mente febril de José Fors.

El sábado, muy temprano para alguien cuya mañana comienza a las 11 del día, esto es después de la una de la tarde, empezó la presentación del mejor grupo de surf que exista Lost Acapulco, quienes después de 25 minutos en el escenario verde, el mayor de los cuatro, se despidieron no sin antes darnos una clase del tipo de música que pondríamos en una chelera tarde.
Ozomatli continúo en el mismo escenario, mientras que las hostilidades en el escenario azul, rojo y la Carpa Intolerante, comenzaban.
Sin duda la nota amarga fue la noticia de la enfermedad por la que Alex Otaola, integrante de agrupaciones como Santa Sabina, entró al hospital, sin embargo, la solidaridad roquera salió a relucir con los llamados a apoyarlo de manera económica y con los mejores deseos para su pronta recuperación.

Con sabor Rock
Sussie-4, Salón Victoria, Ely Guerra, Deftones o Mago de Oz, en especial estos últimos, fueron los grupos que en el escenario verde la gente esperaba ver con ansia, a pesar del calor vivido, la intensa sed resultante y los siempre módicos precios del ex-Autodromo Hermanos Rodríguez, hoy Foro Sol. En cambio, el escenario rojo recibió las payasadas de los Que Payasos, Rock para niños y no tan niños, Calexico, Celso Piña, Cecilia Toussaint, con su proyecto Arpía, Silverio y Nacho Vegas.
Para el azul, este sábado 24 de abril, parte de la nueva camada del rock nacional, e internacional, mostró de que estaban hechos. Por su parte la carpa Intolerante fue el marco para que, mientras descansábamos un rato, bajo la trajinera "Toña la Negra", y veíamos a los Voladores de Papantla descender, pudimos escuchar a las mujeres de Muna Azul, un interesante grupo que, como podrán imaginarse, salieron de lo convencional.
Claro que esto apenas comenzaba, ahí mismo se presentaron Los Músicos de José, Descartes a Kant, Dapuntobeat y los jazzeros de Cráneo de Jade. Los anuncios decían que más de 80 bandas iban a estar presentes y este apenas era el segundo día.

El Tercer Día

Una cosa que me llamo mucho la atención fue que el sábado hubo muy poca gente, eran las cinco de la tarde y las gradas desde las cuales se puede ver el béisbol seguían vacías. Cosas de la crisis o el cártel, pues aunque había excelentes músicos en el escenario, el domingo tuvimos a muchas bandas de un nivel, bueno, todo comenzó con los integrantes de Ágora y las Kumbia Qeers, en los escenarios verde y azul, respectivamente. Mientras que el siguiente en el verde era Pato Machete, el azul recibía a las mujeres de Mystica Girl, con una dosis de excelente metal.
Claro que los ojos de muchos estuvieron pendientes del Regreso de Tijuana No, así como de la presentación de Los Tres, Kenny y los eléctricos, Corcobado, Aterciopelados, Amigos Invisibles, Rodrigo y Gabriela, el Panteón Rococó, Julieta Venegas, bueno hasta de Calle 13 y su ritmo reggaetonero. Aunque tal vez los grupos más esperados fueran Todos Tus Muertos, Los Auténticos Decadentes y Ska-P.

Y ahora, como complemento, algunos videos de las bandas participantes, comenzamos con Ska-P y su Vals del Obrero:


También está Tijuana No y Julieta Venegas "La Milagrosa" con Pobre de ti:



La Cuca y su bien recordada Señorita cara de pizza:


Por supuesto no podría faltar Fiesta Pagana de Mago de Oz:


Aquí tienen al Panteón Rococó y su Carencia:


Y cerramos con Todos Tus Muertos-Auténticos Decadentes con Gente Que No:

23/4/10

Feliz cumpleaños influenza

Hoy, hace un año el Doctor José Cordova nos sorprendió con el anuncio de un virus nuevo de Influenza, en ese momento pensaba que la Influenza era la que usaban políticos como Calderón para evitar que los familiares de su esposa vayan a la cárcel, como en el caso ABC o se enriquezcan, como la "señora" M(e)harta y sus bribones hijos, con sus City Express o las casitas baras, baras que compraron.
Claro que yo era un INGENUO, en realidad se trataba de una peligrosa cepa de un virus mutado a partir de un virus salido de una tecnogranja de puercos ubicada en Veracruz. Ya lo saben los puercos transgénicos son los culpables de nuevas cepas de virus de la Influenza, junto con los pollos y las vacas llenas de hormonas y de sustancias capaces de mejorar la producción de leche y de darnos cáncer, bueno esto último sigue siendo teórico.
Así qué, si ustedes gustan, podríamos hacer una campaña que haga de este día, 23 de abril, el día nacional de la Influenza.

Saludos y felices fiestas de Influenza

Como posdata, les dejo un fragmento de la columna del susodicho doctor publicada hoy en el Universal, un paladín del aviso oportuno, la nota rosa y la roja, aunque sus redactores opinen lo contrario:

El 23 de abril de 2009 anunciamos a la nación y al mundo que nos enfrentábamos a un virus desconocido de la influenza, con capacidad pandemica y origen animal, el A H1N1. Nadie lo esperaba, nos habíamos preparado para una epidemia de influenza (A H5N1) que llegaría muy probablemente de un país asiático, lo que nos daría tiempo para afinar detalles. Ante la contingencia hubo que tomar decisiones difíciles, como el distanciamiento social para mitigar la epidemia. La respuesta mexicana fue transparente e inmediata y se ha reconocido como el patrón que habrá de seguir el siguiente país donde aparezca un evento que amenace la salud mundial. Parece sencillo, sólo requiere apegarse a las normas sanitarias que la mayoría de países hemos firmado; pero la realidad exige que las autoridades de salud estén dispuestas a enfrentar las reacciones sociales, de los medios de comunicación, de las autoridades administrativas y, en fin, de la comunidad internacional. La Organización Mundial de la Salud actuó en congruencia con el reglamento y en todo momento apoyó a nuestro país.
 Suman 20 millones de infectados por influenza en México

13/4/10

Pan y circo


En la Wikipedia encontramos la siguiente definición de esta frase: “Panem et circenses” (Pan y circo, literalmente, pan y juegos del circo) es una locución latina, ahora peyorativa, que describe la práctica de un gobierno que para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistenciales.
Durante los últimos días de Marzo, una telenovela rosa, que se tiño de rojo, empezó a llamar la atención de más de una persona, por días el comentario o la teoría sobre qué le paso a la niña, primero el ¿dónde está?, después que se encontró su cuerpo, ¿quién la mato?
En un inicio, mediante el uso del sitio de microblog Twitter, los usuarios comenzaron a mandar mensajes con la foto de la niña pidiendo que cualquier dato fuera hecho llegar a los padres. Con el descubrimiento del cuerpo, se empezó a culpar a la madre, la distracción política está servida, pues en los siguientes días, prácticamente más de 15, no se hablara de otra cosa, a pesar de que los combustibles han sufrido un nuevo incremento.
Otro ejemplo de cómo los gobernantes mexicanos hacen de un hecho, fortuito o creado, una distracción política fue cuando en pleno conflicto postelectoral “aparecieron” tres marinos perdidos un día, meses antes, frente a las costas de Nayarit.
Su historia, por momentos, logró atrapar la imaginación y la atención de cientos de personas, mientras otras seguían día con día las resoluciones del IFE o el Tribunal Electoral en las elecciones más disputadas de nuestra historia moderna, la cual, según se lea al analista o se tengan los datos, bien pudo haber desembocado en una sangrienta guerra civil, con miles de muertos al año, cientos al mes.
Finalmente, la que bien podría ser la reina de las distracciones políticas, la Influenza. Todo comienza hace un año cuando llega a nuestro país el recién elegido Presidente Obama o mejor dicho, cuando partió.
A los pocos días de su salida del país, se anuncia que una cepa desconocida de Influenza ha aparecido en el país; no se trata de la Influenza estacional contra la cual existe una vacuna y de la cual muchas personas han tenido una dosis. Al parecer es una cepa que nación en algunos cerdos de una granja de Veracruz, es muy potente y puede matar, después de días de convalecencia a personas de la tercera edad e infantes de menos de 10 años.
Las medidas contra la influenza van desde el uso de los tapabocas, el estornudo dirigido al antebrazo, dejar de saludar a las personas de mano, de beso, el incremento de las medidas de seguridad, como el lavarse las manos y la cara después de llegar de la calle.
Después, las empresas tuvieron que mandar a su personal no esencial a trabajar desde sus casas, justo en los inicios de una nueva crisis, tan grande e importante como la de 1929.
No se sabe aún que pudo haber obtenido el gobierno federal de esta situación, sin embargo, un estudio efectuado por el Consejo Europeo, ha puesto en duda la actuación de la Organización Mundial de la Salud.
Además de que en Estados Unidos, millones de dosis de vacunas de la primero nombrada influenza porcina, humana, mexicana y, finalmente, humana AH1N1, fueron tiradas a la basura, pues no fueron aplicadas.
Ahora, después de la serie de terremotos, después del de Mexicali hubo otro en California y posteriormente en otras ciudades del mundo, por ejemplo España, por lo menos en nuestro país la perdida guerra contra el narco, parece estar entrando en una nueva etapa, al incluir, ya de manera abierta, la intervención militar vía un “ataque” contra la representación diplomática de los Estados Unidos con una granada.
Así que no se sorprendan si, cuando estén leyendo estas líneas un nuevo asesinato, enfermedad o milagro de supervivencia le hacen olvidar, aunque sea por unos minutos, que los marines están en el puerto de Veracruz y en el Zócalo ondea, otra vez, la bandera de las barras y las estrellas.

 Nuevo eslogan
Hernández


4/4/10

“Cargo miedo”

DEFINITIVAMENTE ESTO HAY QUE COPIARLO Y PEGARLO, ADEMÁS HE AQUÍ OTRO LINK A LA MISMA NOTA.

“Cargo miedo” todo el tiempo: Mayo Zambada
domingo, 04 de abril de 2010 11:59
Julio Scherer García/Proceso
11:59 Tenía interés en conocerlo", le dijo el capo del cártel de Sinaloa, colega y compadre de "El Chapo" Guzmán. En el encuentro, que terminó en puntos suspensivos, El Mayo Zambada dejó un reto: "Me pueden agarrar en cualquier momento... o nunca".
Un día de febrero recibí en Proceso un mensaje que ofrecía datos claros acerca de su veracidad. Anunciaba que Ismael Zambada deseaba conversar conmigo.
La nota daba cuenta del sitio, la hora y el día en que una persona me conduciría al refugio del capo. No agregaba una palabra.
A partir de ese día ya no me soltó el desasosiego. Sin embargo, en momento alguno pensé en un atentado contra mi persona. Me sé vulnerable y así he vivido. No tengo chofer, rechazo la protección y generalmente viajo solo, la suerte siempre de mi lado.
La persistente inquietud tenía que ver con el trabajo periodístico. Inevitablemente debería contar las circunstancias y pormenores del viaje, pero no podría dejar indicios que llevaran a los persecutores del capo hasta su guarida. Recrearía tanto como me fuera posible la atmósfera del suceso y su verdad esencial, pero evitaría los datos que pudieran convertirme en un delator.
Me hizo bien recordar a Octavio Paz, a quien alguna vez le oí decir, enfático como era:
"Hasta el último latido del corazón, una vida puede rodar para siempre".
Una mañana de sol absoluto, mi acompañante y yo abordamos un taxi del que no tuve ni la menor idea del sitio al que nos conduciría. Tras un recorrido breve, subimos a un segundo automóvil, luego a un tercero y finalmente a un cuarto. Caminamos en seguida un rato largo hasta detenernos ante una fachada color claro. Una señora nos abrió la puerta y no tuve manera de mirarla. Tan pronto corrió el cerrojo, desapareció.
La casa era de dos pisos, sólida. Por ahí había cinco cuadros, pájaros deformes en un cielo azuloso. En contraste, las paredes de las tres recámaras mostraban un frío abandono. En la sala habían sido acomodados sillones y sofás para unas diez personas y la mesa del comedor preveía seis comensales.
Me asomé a la cocina y abrí el refrigerador, refulgente y vacío. La curiosidad me llevó a buscar algún teléfono y sólo advertí aparatos fijos para la comunicación interna. La recámara que me fue asignada tenía al centro una cama estrecha y un buró de tres cajones polvosos. El colchón, sin sábana que lo cubriera, exhibía la pobreza de un cobertor viejo. Probé el agua de la regadera, fría y en el lavamanos vi cuatro botellas de Bonafont y un jabón usado.
Hambrientos, el mensajero y yo salimos a la calle para comer, beber lo que fuera y estirar las piernas. Caminamos sin rumbo hasta una fonda grata, la música a un razonable volumen. Hablamos sin conversar, las frases cortadas sin alusión alguna a Zambada, al narco, la inseguridad, el ejército que patrullaba las zonas periféricas de la ciudad.
Volvimos a la casa desolada ya noche. Nos levantaríamos a las siete de la mañana. A las ocho del día siguiente desayunamos en un restaurante como hay muchos. Yo evitaba cualquier expresión que pudiera interpretarse como un signo de impaciencia o inquietud, incluso la mirada insistente a los ojos, una forma de la interrogación profunda. El tiempo se estiraba, indolente y comíamos con lentitud.
Las horas siguientes transcurrieron entre las cuatro paredes ya conocidas. Yo llevaba conmigo un libro y me sumergí en la lectura, a medias. Mi acompañante parecía haber nacido para el aislamiento. Como si nada existiera a su alrededor, llegué a pensar que él mismo pudiera haber desaparecido sin darse cuenta, sin advertirlo. Me duele escribir que no tenía más vida que la servidumbre, la existencia sin otro horizonte que el minuto que viene. "Ya nos avisarán", me dijo sorpresivamente, "la llamada vendrá por el celular".
Pasó un tiempo informe, sin manecillas. 'Paciencia', me decía.
Salimos al fin a la oscuridad de la noche. En unas horas se cruzarían el ocaso y el amanecer sin luz ni sombra, quieto el mundo.
Viajamos en una camioneta, seguidos de otra. La segunda desapareció de pronto y ocupó su lugar una tercera. Nos seguía, constante, a cien metros de distancia. Yo sentía la soledad y el silencio en un paisaje de planicies y montañas.
Por veredas y caminos sinuosos ascendimos una cuesta y de un instante a otro el universo entero dio un vuelco. Sobre una superficie de tierra apisonada y bajo un techo de troncos y bejucos, habíamos llegado al refugio del capo, cotizada su cabeza en millones de dólares, famoso como "El Chapo" y poderoso como el colombiano Escobar, en sus días de auge zar de la droga.
Ismael Zambada me recibió con la mano dispuesta al saludo y unas palabras de bienvenida:
-Tenía mucho interés en conocerlo.
-Muchas gracias-, respondí con naturalidad.
Me encontraba en una construcción rústica de dos recámaras y dos baños, según pude comprobar en los minutos que me pude apartar del capo para lavarme. Al exterior había una mesa de madera tosca para seis comensales y bajo un árbol que parecía un bosque, tres sillas mecedoras con una pequeña mesa al centro. Me quedó claro que el cobertizo había sido levantado con el propósito de que el capo y su gente pudieran abandonarlo al primer signo de alarma. Percibí un pequeño grupo de hombres juramentados.
A corta distancia del narco, los guardaespaldas iban y venían, a veces los ojos en el jefe y a ratos en el panorama inmenso que se extendía a su alrededor. Todos cargaban su pistola y algunos, además, armas largas. Dueño de mí mismo, pero nervioso, vi en el suelo un arma negra que brillaba intensamente bajo un sol vertical. Me dije, deliberadamente forzada la imagen: podría tratarse de un animal sanguinario que dormita.
-Lo esperaba para que almorzáramos juntos-, me dijo Zambada y señaló la silla que ocuparía, ambos de frente.
Observé de reojo a su emisario, las mandíbulas apretadas. Me pedía que no fuera a decir que ya habíamos desayunado.
Al instante fuimos servidos con vasos de jugo de naranja y vasos de leche, carne, frijoles, tostadas, quesos que se desmoronaban entre los dedos o derretían en el paladar, café azucarado.
-Traigo conmigo una grabadora electrónica con juego para muchas horas-, aventuré con el propósito de ir creando un ambiente para la entrevista.
-Platiquemos primero.
Le pregunté al capo por Vicente, Vicentillo.
-Es mi primogénito, el primero de cinco. Le digo "Mijo". También es mi compadre.
Zambada siguió en la reseña personal:
-Tengo a mi esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto. Ellas, las seis, están aquí, en los ranchos, hijas del monte, como yo. El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo. La tierra siempre es buena, el cielo no.
-No le entiendo.
-A veces el cielo niega la lluvia.
Hubo un silencio que aproveché de la única manera que me fue posible:
-¿Y Vicente?
-Por ahora no quiero hablar de él. No sé si está en Chicago o Nueva York. Sé que estuvo en Matamoros.
-He de preguntarle, soy lo que soy. A propósito de su hijo, ¿vive usted su extradición con remordimientos que lo destrocen en su amor de padre?
-Hoy no voy a hablar de "Mijo". Lo lloro.
-¿Grabamos?
Silencio.
-Tengo muchas preguntas-, insistí ya debilitado.
-Otro día. Tiene mi palabra.
Lo observaba. Sobrepasa el 1.80 de estatura y posee un cuerpo como una fortaleza, más allá de una barriga apenas pronunciada. Viste una camisa verde cerrada al cuello y sus pantalones de mezclilla azul mantienen la línea recta de la ropa bien planchada. Se cubre con una gorra y el bigote recortado es de los que sugieren una sutil y permanente ironía.
-He leído sus libros y usted no miente-, me dice.
Detengo la mirada en el capo, los labios cerrados.
-Todos mienten, hasta Proceso. Su revista es la primera, informa más que todos, pero también miente. -Señáleme un caso.
-Reseñó un matrimonio que no existió.
-¿El del Chapo Guzmán?
-Dio hasta pormenores de la boda.
-Sandra Ávila cuenta de una fiesta a la que ella concurrió y en la que estuvo presente "El Chapo".
-Supe de la fiesta, pero fue una excepción en la vida del "Chapo". Si él se exhibiera o yo lo hiciera, ya nos habrían agarrado.
-¿Algunas veces ha sentido cerca al Ejército?
-Cuatro veces. "El Chapo" más.
-¿Qué tan cerca?
-Arriba, sobre mi cabeza. Huí por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo. A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo. Para que hoy pudiéramos reunirnos, vine de lejos. Y en cuanto terminemos, me voy.
-¿Teme que lo agarren?
-Tengo pánico de que me encierren.
-Si lo agarraran, ¿terminaría con su vida?
-No sé si tuviera los arrestos para matarme. Quiero pensar que sí, que me mataría.
Advierto que el capo cuida las palabras. Empleó el término arrestos, no el vocablo clásico que naturalmente habría esperado.
Zambada lleva el monte en el cuerpo, pero posee su propio encierro. Sus hijos, sus familias, sus nietos, los amigos de los hijos y los nietos, a todos les gustan las fiestas. Se reúnen con frecuencia en discos, en lugares públicos y el capo no puede acompañarlos. Me dice que para él no son los cumpleaños, las celebraciones en los santos, pasteles para los niños, la alegría de los quince años, la música, el baile.
-¿Hay en usted espacio para la tranquilidad?
-Cargo miedo.
-¿Todo el tiempo?
-Todo.
-¿Lo atraparán, finalmente?
-En cualquier momento o nunca.
Zambada tiene sesenta años y se inició en el narco a los dieciséis. Han transcurrido cuarenta y cuatro años que le dan una gran ventaja sobre sus persecutores de hoy. Sabe esconderse, sabe huir y se tiene por muy querido entre los hombres y las mujeres donde medio vive y medio muere a salto de mata.
-Hasta hoy no ha aparecido por ahí un traidor-, expresa de pronto para sí. Lo imagino insondable.
-¿Cómo se inició en el narco?
Su respuesta me hace sonreír.
-Nomás.
-¿Nomás?
Vuelvo a preguntar:
-¿Nomás?
Vuelve a responder:
-Nomás.
Por ahí no sigue el diálogo y me atengo a mis propias ideas: el narcotráfico como un imán irresistible y despiadado que persigue el dinero, el poder, los yates, los aviones, las mujeres propias y ajenas con las residencias y los edificios, las joyas como cuentas de colores para jugar, el impulso brutal que lleve a la cúspide. En la capacidad del narcotráfico existe, ya sin horizonte y aterradora, la capacidad para triturar.
Zambada no objeta la persecución que el gobierno emprende para capturarlo. Está en su derecho y es su deber. Sin embargo, rechaza las acciones bárbaras del ejército.
Los soldados, dice, rompen puertas y ventanas, penetran en la intimidad de las casas, siembran y esparcen el terror. En la guerra desatada encuentran inmediata respuesta a sus acometidas. El resultado es el número de víctimas que crece incesante. Los capos están en la mira, aunque ya no son las figuras únicas de otros tiempos.
-¿Qué son entonces?-, pregunto.
Responde Zambada con un ejemplo fantasioso:
-Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
-¿Nada, caído el capo?
-El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.
A juicio de Zambada, el gobierno llegó tarde a esta lucha y no hay quien pueda resolver en días problemas generados por años. Infiltrado el gobierno desde abajo, el tiempo hizo su "trabajo" en el corazón del sistema y la corrupción se arraigó en el país. Al Presidente, además, lo engañan sus colaboradores. Son embusteros y le informan de avances, que no se dan, en esta guerra perdida.
-¿Por qué perdida?
-El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.
-Y usted, ¿qué hace ahora?
-Yo me dedico a la agricultura y a la ganadería, pero si puedo hacer un negocio en los Estados Unidos, lo hago.
Yo pretendía indagar acerca de la fortuna del capo y opté por valerme de la revista "Forbes" para introducir el tema en la conversación.
Lo vi a los ojos, disimulado un ánimo ansioso:
-¿Sabía usted que "Forbes" incluye al Chapo entre los grandes millonarios del mundo?
-Son tonterías.
Tenía en los labios la pregunta que seguiría, ahora superflua, pero ya no pude contenerla.
-¿Podría usted figurar en la lista de la revista?
-Ya le dije. Son tonterías.
-Es conocida su amistad con "El Chapo" Guzmán y no podría llamar la atención que usted lo esperara fuera de la cárcel de Puente Grande el día de la evasión. ¿Podría contarme de qué manera vivió esa historia?
-"El Chapo" Guzmán y yo somos amigos, compadres y nos hablamos por teléfono con frecuencia. Pero esa historia no existió. Es una mentira más que me cuelgan. Como la invención de que yo planeaba un atentado contra el Presidente de la República. No se me ocurriría.
-Zulema Hernández, mujer de "El Chapo", me habló de la corrupción que imperaba en Puente Grande y de qué manera esa corrupción facilitó la fuga de su amante. ¿Tiene usted noticia acerca de los acontecimientos de ese día y cómo se fueron desarrollando?
-Yo sé que no hubo sangre, un solo muerto. Lo demás, lo desconozco.
Inesperada su pregunta, Zambada me sorprende:
-¿Usted se interesa por el Chapo?
-Sí, claro.
-¿Querría verlo?
-Yo lo vine a ver a usted.
-¿Le gustaría...?
-Por supuesto. -Voy a llamarlo y a lo mejor lo ve.
La conversación llega a su fin. Zambada, de pie, camina bajo la plenitud del sol y nuevamente me sorprende:
-¿Nos tomamos una foto?
Sentí un calor interno, absolutamente explicable. La foto probaba la veracidad del encuentro con el capo.
Zambada llamó a uno de sus guardaespaldas y le pidió un sombrero. Se lo puso, blanco, finísimo.
-¿Cómo ve?
-El sombrero es tan llamativo que le resta personalidad.
-¿Entonces con la gorra?
-Me parece.
El guardaespaldas apuntó con la cámara y disparó.

3/4/10

"No creo en el discurso de la sangre"



Vanina Falco tiene 35 años y pasó casi 30 creyendo que Mariano era su hermano.
Hasta que lo supo: la sangre decía otra cosa. Mariano Falco es en realidad Juan Cabandié, el hijo de una pareja de militantes desaparecidos durante el último régimen de facto en Argentina, entre 1976 y 1983.
Pero no fue ésa la única verdad revelada: en el camino, Vanina descubrió que su padre Luis, un policía que decía ser visitador médico, en realidad empleaba sus horas fuera de casa en tareas de inteligencia para las fuerzas de seguridad, durante los años más oscuros de la historia reciente del país.
Hoy, Falco está siendo juzgado por sustracción de menores. En la causa -una pila de expedientes con miles de hojas-, los jueces buscan develar los detalles de este caso: se sabe que la madre biológica de Cabandié, que como su padre continúa desaparecida, pasó por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros de detención de la ciudad de Buenos Aires.
Vanina Falco dialogó con BBC Mundo sobre el mandato incumplido de amar y honrar a un padre que, según dice, “se reveló como un monstruo” ante sus ojos.

1/4/10

¡Bienvenido Abril!

Para el 27 de marzo la cifra de muertos por "la lucha contra el narcotráfico" había llegado a 930, superando por más de dos decenas a los caídos en enero, además, apareció una "unión" de sicarios contra los zetas, que, según sus comunicados, iba a terminar con la violencia con ayuda del ejército y de gente del gobierno federal, estatal y municipal de sus zonas de influencia.
Más los bloqueos a calles de Monterrey y reynosa y, como cereza del pastel, la muerte de los tres gringos que llevo al gobierno de Obama a apretarle las tuercas a Calderón y sacar al ejército de aquella ciudad fronteriza.
Así fue el mes que ayer termino, pero el que hoy comienza viene cargado, baste recordar las patrañas que el gobierno calderonista dijo hace un año por la supuesta epidemia de influenza, la enfermedad existe, y es probable una pandemia, sin embargo no con la cepa de Influenza AH1N1.
Menos mal 
Hernández