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31/10/11

Día de Muertos

Antes de pasar al meollo del post, ya vi que en TW se está llevando a cabo una discusión sobre que se celebra en estas fechas, alguien, no diré nombres porque luego me vuelven a excomulgar, dice que está festividad es pagana, como el árbol de Navidad, me pregunto yo.
Que sí somos mexicanotes, bien machotes debemos celebrar los rituales católicos, yo opinó que lo chido de estos días es recordar a los muertos, mis abuelos, mi abuela, tíos, tías, la gente que se me ha adelantado, por ello escribí lo siguiente.
Es un relato que hice a tres manos con mi amigo el Joe, y retoma algunos ganchos de un par de escritores de terror que aún ahora siguen moviendo el tapete del respetable.
Así que sin más preámbulos:
Día de Muertos

Es que es día de muertos, me dice Joe mediante el mensajero virtual; a lo que, con prontitud respondo:
Sí, oigo al viento susurrando: - Nunca más... 
Mientras las últimas sombras del día declinan y se transforman en la oscura y aceitosa noche. Las nubes, otrora sonrosadas como mejillas de quinceañera bien maquillada, ahora lucen como las gordas caras de sus madres, y encima de ellas, cuales fantasmas de viejas luchas se alcanzan a ver, verbigracia de algunos relámpagos de terror, figuras de hombres y mujeres mutilados.
Sangre es lo que el último rayo de sol alcanza a iluminar en la puerta de la oficina mientras una sabandija de plúmbeos orígenes alcanza a retozar, una última vez, su asquerosa cola al salir del lugar.
La parca, con su fétida presencia, me indica el camino a seguir: un infierno de teclas y números, de revistas inconclusas y lamentos por sueldos insignificantes bajo la tutela de precoces sátiros llenos de pelos en las cabezas y bolas de reluciente fulgor en vez de ojos; labios lascivos y lenguas reptantes, de infinita ponzoña y crueldad, adornan sus caras regordetas. En verdad os digo que son horribles de ver, las peores pesadillas de la noche plutónica.
- Nunca más...
Dice un ave rapaz desde el antepecho de la ventana mientras mis atrofiados músculos evitan cualquier movilidad, cualquier asomo de libertad o siquiera de un pensamiento positivo.
Me encuentro pegado a esta silla, a esta condena que me mantendrá vivo por siempre en este mundo de pesadilla mientras oigo al ave rapaz decir una vez más:
- Nunca más...

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