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11/2/09

¿Carta Abierta?


Nunca he sido un judeofilo, desde pequeño he seguido las vicisitudes de los judíos, que no son sólo hebreos, pues hay americanos, africanos, europeos, etcétera, etcétera. Sin embargo, creo firmemente que ha ultimas fechas, los judíos se han convertido en lo que los nazis fueron hace 60 años, verdugos implacables de un pueblo humillado y derrotado como es el Palestino.


En la siguiente carta, la cual fue tomada de un pasquín noticioso; no puedo llamarle agencia informativa a algo que sólo da la versión que el gobierno de israel, los sucios nazi-judíos del poder político, quieren que creamos como la verdad; pero decía en este pasquín se intenta excusar que el ataque devastador a Gaza fue por "protección" y que las "victimas" deberán sentirse bien, pues han ayudado al estado de israel a proteger, aún a costa de sus vidas y posesiones, al pueblo perseguido de los judíos.


Va la carta y en el título tenemos el link para el pasquín.

Saludos


Carta abierta a un ciudadano de Gaza

Soy el soldado que ha dormido en su casa

Por: Yshai G. (soldado de reserva)

¡Hola!

Mientras el mundo contempla las ruinas en Gaza, usted regresa a su casa, que ha quedado en pie. No obstante, estoy seguro de que le resulta claro que alguien ha estado en ella mientras usted permanecía alejado.

Yo soy ese alguien.

He pasado largas horas imaginando cómo reaccionaría usted cuando volviera a su casa, cómo se sentiría cuando entendiera que los soldados del Ejército de Defensa de Israel habían dormido en sus colchones y usado sus mantas para entrar en calor.

Sé que eso lo enojará y entristecerá, y que sentirá una humillación punzante por esta violación de los ámbitos más íntimos de su vida por quienes son definidos como sus enemigos. Estoy convencido de que me odia con un odio irrefrenable, y que no siente el mínimo deseo de oír lo que quiero decirle. Al mismo tiempo, me resulta importante decirle lo siguiente, con la esperanza de que aún exista una mínima probabilidad de que me oiga.

He pasado muchas horas en su casa. Su presencia y la de su familia se sentía en cada rincón. He visto los retratos de su familia en la pared, y he pensado en la mía. He visto los frascos de perfume de su esposa en la cómoda, y he pensado en la mía. He visto los juguetes de sus hijos y sus cuadernos de inglés. He visto su computadora personal y cómo ha dispuesto el módem y el teléfono inalámbrico cerca de la pantalla, igual que yo.
Quiero que sepa que, a pesar del enorme desorden que encontrará en su casa, creado durante la búsqueda de explosivos y túneles (que ciertamente fueron encontrados en otras casas), hemos hecho lo posible para tratar sus pertenencias con respeto. Al mover el escritorio con la computadora, he desconectado los cables y los he dejado prolijamente sobre el piso, como lo habría hecho con la mía. También la he cubíerto con un lienzo, para protegerla del polvo. He tratado de volver a guardar la ropa caída mientras movíamos el ropero; si bien no es igual a la forma en que usted la habría acomodado, al menos lo he hecho de manera tal que nada se pierda.

Sé que la devastación, los orificios de balas en las paredes y la destrucción de las casas cercanas a la suya tornan ridículas mis descripciones. Aún así necesito que me entienda y espero que logre canalizar su enojo y crítica en la dirección adecuada.
He decidido escribirle esta carta específicamente porque he permanecido en su casa.
Puedo suponer que usted es inteligente y educado, y que en su casa hay estudiantes universitarios. Sus hijos aprenden inglés y usted está conectado a internet; no es ignorante y sabe qué pasa alrededor.
Por eso, estoy seguro de que sabe que los proyectiles Qassam fueron lanzados desde su barrio hacia ciudades y aldeas de Israel.

¿Cómo ha podido ver estos lanzamientos semanales sin pensar que algún día diríamos “¡basta!”? ¿Ha pensado alguna vez que quizás sea errado lanzar proyectiles sobre civiles inocentes que tratan de llevar una vida normal, igual que usted? ¿Cuánto tiempo cree que podíamos permanecer sentados sin reaccionar?

Puedo oírle decir: “No soy yo, es el Hamás”. Mi intuición me dice que usted no es su más ferviente admirador. Si observa de cerca la triste realidad en la que su pueblo vive, sin tratar de engañarse ni de buscar excusas relacionadas con la “ocupación”, ciertamente deberá llegar a la conclusión que su real enemigo es el Hamás.
La realidad es tan simple que aún un niño de siete años puede entenderla: Israel se ha retirado de la Franja de Gaza, ha desmantelado sus bases militares y ha evacuado sus ciudadanos de Gush Katif. No obstante, hemos seguido suministrándoles electricidad, agua y diferentes insumos (y lo sé muy bien, porque durante mi servicio de reserva más de una vez hice guardias en los cruces de frontera, y he sido testigo del paso de cientos de camiones cargados de mercancías que todos los días entraban a una Gaza sin bloqueo).

A pesar de todo eso, por razones que no logro entender y con ausencia de toda lógica, el Hamás lanza misiles contra las poblaciones israelíes. Durante tres años hemos rechinado los dientes y nos hemos contenido. Finalmente no hemos podido soportarlo más y hemos entrado a la Franja de Gaza, a su barrio, para alejar de allí a quienes quieren matarnos. Esta realidad es dolorosa, pero muy fácil de explicar.

En cuanto acuerde conmigo en que el Hamás es su enemigo y que su pueblo vive miserablemente por culpa de él, entenderá también que el cambio debe provenir desde adentro. Soy plenamente consciente de que lo que digo es más fácil de escribir que de hacer, pero no veo otro camino. Usted, que está conectado con el mundo y se preocupa por la educación de sus hijos, debe encabezar junto con sus amigos una rebelión civil contra el Hamás.
Le juro que si la población civil de Gaza estuviera ocupada pavimentando rutas, construyendo escuelas y abriendo fábricas e instituciones culturales en lugar de caer en la autocompasión, el contrabando de armas y el cultivo del odio a sus vecinos israelíes, sus casas no estarían ahora en ruinas. Si sus líderes no fueran corruptos y no estuvieran motivados por el odio, su casa no se habría visto afectada. Si alguien hubiera gritado que no tiene sentido lanzar misiles sobre civiles inocentes, yo no me habría encontrado en su cocina como soldado.
¿Me dice que no tiene dinero? Tiene más de lo que imagina.

Aún antes de que el Hamás tomara el control de Gaza, en tiempos de Yasser Arafat, millones, si no miles de millones de dólares donados por la comunidad mundial a los palestinos fueron usados para comprar armas o transferidos directamente a las cuentas bancarias de los líderes. Los países del Golfo, los Emiratos Arabes (sus hermanos, su misma sangre) son algunos de los Estados más ricos del mundo. Si hubiera el más pequeño sentimiento de solidaridad entre las naciones árabes, si esas naciones tuvieran un mínimo interés en reconstruir al pueblo palestino, su situación sería muy diferente.

Usted debe estar familiarizado con Singapur. Su territorio no es mucho más grande que el de la Franja de Gaza, y su densidad de población es la segunda en el mundo. Aún así, Singapur es un estado exitoso, próspero y bien administrado. ¿Por qué no puede suceder lo mismo con ustedes?
Mi amigo, quisiera llamarlo por su nombre, pero no lo haré públicamente. Quiero que sepa que estoy en un 100% en paz con lo que ha hecho mi país, mi ejército y yo mismo. No obstante, siento su dolor. Lamento la destrucción que encuentra en su barrio en estos momentos. A nivel personal, he hecho todo lo posible para minimizar los daños a su hogar.

En mi opinión, tenemos en común mucho más de lo que usted imagina. Soy un civil y no un soldado, y en mi vida privada no tengo nada que ver con el ejército. No obstante, tengo la obligación de dejar mi hogar, vestir un uniforme y proteger a mi familia cada vez que nos atacan. No deseo estar en su casa otra vez vistiendo un uniforme, y seré muy feliz de ser su huésped en su hermoso balcón y beber un té muy dulce sazonado con la salvia que crece en su jardín.

Usted es la única persona que puede convertir ese sueño en realidad. Asuma la responsabilidad de su vida, la de su familia y su pueblo, y empiece a tomar control de su destino. ¿Cómo? No lo sé. Quizás haya algo que aprender del pueblo judío, que ha resurgido de la tragedia humana más destructora del siglo XX, y que en lugar de hundirse en la autocompasión ha construido un país floreciente y próspero. Es posible, y está en sus manos. Estoy dispuesto a estar allí, para ofrecerle un hombro en el que pueda apoyarse y para ayudarle.
Pero sólo usted puede hacer mover las ruedas de la hsitoria.

Cordialmente,


Yshai (soldado de reserva)



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