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31/8/09

Supermercados sociales: Bueno y Barato


La rica Stuttgart apuesta por los supermercados sociales. Interior de uno de los supermercados de Bonus en Stuttgart, Alemania. - L. C.
El requisito para poder comprar es no ingresar más de mil euros al mes
Mariló Hidalgo
Fusión
Acaba de abrirse en Plasencia (Cáceres) el primer supermercado social del estado español donde la gente con escasos recursos puede comprar productos de primera necesidad a un 30% más barato del precio habitual. La iniciativa ha encontrado muchos seguidores dado el período de crisis por el que atravesamos.

Los supermercados sociales nacen en Austria -cuarto país más rico de la UE-, donde funcionan desde hace algún tiempo y tienen muy buena acogida. En Alemania, políticos y organismos de reintegración social decidieron apostar por esta iniciativa solidaria y acertaron. Hoy, estos supermercados están presentes en los barrios más desfavorecidos de las principales ciudades de aquel país. No se trata de ganar dinero -aseguran sus promotores- sino de trabajar por el bienestar social y la dignidad de las personas. En España, la idea surge de una asistente social, Consuelo de Miguel que buscaba ayudar a familias necesitadas sin tener que recurrir a la beneficencia. Así nace el primer supermercado social en nuestro país. Por el local paga una renta simbólica. El escaso mobiliario procede de donaciones. No existen intermediarios. Los alimentos que aquí se ofrecen son, excedentes de producción o han sido conseguidos a precio de coste con una fecha de caducidad temprana. También podemos encontrar productos con defectos en el envoltorio que no afectan en absoluto a la calidad de los mismos. Aquí se vende, se fía y en ocasiones se entregan de forma gratuita, alimentos a los más necesitados.

El objetivo que se persigue con esta iniciativa es doble. Por un lado facilitar productos de primera necesidad a personas con ingresos bajos, entre un 30% y un 70% más barato de su precio real. Y por otro, dar trabajo a parados de larga duración que padecen algún tipo de discapacidad física o psíquica. Son ellos los encargados de atender y gestionar este ambicioso proyecto de integración y ayuda social. En estas estanterías podemos encontrar verduras, hortalizas, congelados, embutidos, productos de primera calidad a precios muy asequibles -una barra de pan por diez céntimos o un kilo de arroz por quince-. Con ello no se busca ganar dinero sino facilitar al vida a gente que no llega a fin de mes. El requisito para poder comprar en este supermercado es no ingresar más de mil euros al mes. Cada situación económica es evaluada y una vez constatada, se entrega a la persona el carnet de usuario. Separadas, desempleados, jubilados, mileuristas, inmigrantes... todos acuden a beneficiarse de esta iniciativa que ya se estudia poner en marcha en otras ciudades.

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