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5/2/10

Agua que no has de beber...

La lluvia caía constantemente, no era mucha como en otras ocasiones, pero ya eran varias horas de chaparrones ininterrumpidos, así que decidimos mejor no salir a comprar nada, con lo que teníamos para cenar aguantaríamos hasta el día siguiente, pañales y papel de baño, accesorios de cuidado personal casi a punto de terminarse, aún podían aguantar unas horas más.
Por la noche la lluvia, quizá magnificado su sonido por el cuarto en el que dormía, pareció arreciar, sin embargo, a la mañana siguiente era el mismo molesto chipi chipi de la jornada anterior.
Eso sí, en la calle no había mucha gente a pesar de la hora, incluso el Metro se veía vacío, en pocos minutos ya estaba en la estación de trasbordo, pues ese día tenía una cita por el sur de la ciudad, en Viaducto, así que deje la línea B y me dirigí a la línea rosa, la que corre de Pantitlán a Observatorio.
A eso de la 1:30 de la tarde, recibí el primer llamado, las calles aledañas se habían comenzado a inundar y agua estaba filtrándose a la casa, Rosa y su mamá se refugiaron con una vecina, las próximas horas las pasarían ahí arriba mientras afuera la lluvia seguía cayendo.
Cuando mi suegro llegó era tarde para intentar salir en el auto, pues el agua cubría las calles convirtiéndolas en ríos, a él le toco ver como camionetas y autos por igual se quedaban varados y sus ocupantes salían a enfrentar la corriente de aguas negras, pues el río de los Remedios se había roto de ambos lados afectando las colonias aledañas, esas que en ocasiones anteriores se habían mantenido relativamente seguras.
Mientras las horas pasaban, las autoridades empezaron a organizar el rescate, los albergues y lo principal, la colocación de los sacos de arena. El problema es que el agua siguió su curso y no remitía, aún ahora, no ha bajado mucho y ese es el problema, para mucha gente la única opción son los refugios o las casas de familiares en otros puntos de la ciudad.
Mi suegro, ante esas opciones decidió sacarlas de ahí y para ello busco un transporte que entrará a la plaza, al no obtener respuesta paro un camión de los llamados Chimecos, que protección civil habilitó como medio de evacuación. Ellos fueron los primeros, así es como se dieron cuenta de la tragedia que estaba ocurriendo, pues comenzó a subir la gente con sus niñ@s, perros, e historias.
Por ejemplo, una señora mencionó que su refrigerador estaba nadando, a ello, como siempre ocurre, alguien dijo que era un refri deportista y por eso estaba nadando. Finalmente llegaron al Metro, el cual, después de interrumpir su recorrido unas horas, por lo menos en la línea B, ahora ya estaba funcionando con relativa normalidad. No así el tráfico de vehículos, el cual, hasta las 00:00 horas del viernes, seguía prácticamente detenido, dejando varadas a cientos de personas en un estacionamiento de al menos 10 kilómetros de largo
Y, cosas de la vida, ayer mismo, después de tanta lluvia, las estrellas volvieron a brillar sobre la ciudad de México, mientras abajo el agua estancada y el lodo eran retiradas con lentitud...

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