El autor del libro "1968: todos los culpables", aseguró que a cuatro décadas de los hechos es posible hacer un corte histórico, en el que se presente la forma en que se movieron las piezas que arrastraron hacia la tragedia a un movimiento que sólo daba para ser una gran irrupción social.
"Había todas las condiciones para que no acabara como lo hizo y sin embargo, pareciera que se hizo todo para que ocurriera", dijo a Notimex Rodríguez Murguía.
Fuente: wikipedia
Antecedentes
El 22 de julio de 1968, un incidente de fútbol americano entre la vocacional 2 del IPN y la preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM, termina en una gresca. El cuerpo policiaco de granaderos es quien disuelve a la turba, deteniendo a varios estudiantes e incursionando dentro de las instalaciones de dicha vocacional.[5]
Entre el 26 al 29 de julio de 1968, varias escuelas entran en un paro de labores, los granaderos y el ejército entran a varias de las escuelas, entre ellas, la Prepa 1 en San Ildefonso, donde fue destruida mediante un basucazo su puerta tallada en el siglo XVIII.[5]
El 30 de julio de 1968, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra en Ciudad Universitaria, condenaría públicamente los hechos, izando la bandera mexicana a media asta y con un emotivo discurso se pronunciaría a favor de la autonomía universitaria y exigiría la libertad de los presos políticos, refiriéndose a los estudiantes detenidos de la Prepa 1. Ese mismo día encabezaría la marcha por la avenida de los Insurgentes, donde surge un lema muy común utilizado por el movimiento estudiantil, "¡Únete pueblo!".[5]
El 26 de agosto de 1968, una multitudinaria marcha se dirige al zócalo capitalino. Es la primera ocasión en que se insulta públicamente al presidente mexicano, Gustavo Díaz Ordaz. Al finalizar la manifestación, uno de sus líderes se pronuncia a favor de quedarse a esperar una respuesta del gobierno, a escasos días del informe presidencial.[6]
La madrugada del 28 de agosto de 1968, se abren las puertas del Palacio Nacional, de donde salieron tanques del ejército para dispersar a los manifestantes.[6]
El 13 de septiembre de 1968, tiene lugar "La marcha del silencio", donde los manifestantes marcharon con pañuelos en la boca.[5] [6]
El 18 de septiembre de 1968, el ejército invade la Ciudad Universitaria de la UNAM.[6]
El 24 de septiembre de 1968, el ejército invade el Casco de Santo Tomás, sede del IPN.[6]
El 1 de octubre de 1968, el ejército se retira de la UNAM y el IPN.[6
Libros y películas
- El 2 de octubre es narrado en la película Rojo amanecer (1989), dirigida por Jorge Fons, que gira en torno a una familia de clase media que vive en el Edificio Chihuahua lugar donde, según diversas fuentes, empezaron la refriega. Fue filmada en 1989 y es protagonizada por Héctor Bonilla, María Rojo, los hermanos Demián y Bruno Bichir y Eduardo Palomo entre otros, pero no fue sino hasta 1990 que se permitió su exhibición por considerarse de contenidos violentos y subversivos para algunas formas de pensar.
- La novela Muertes de Aurora de Gerardo de la Torre se refiere a la participación de un grupo de petroleros de la Refinería de Azcapotzalco en el movimiento estudiantil. José Woldenberg ha llamado este libro: "La mejor novela escrita sobre 1968".
- El libro La Noche de Tlatelolco (1971) de Elena Poniatowska es un trabajo periodístico en el que se recopila testimonios de varios testigos y participantes de este evento.
- La novela Los días y los años, de Luis González de Alba, relata la experiencia personal del autor (entonces miembro del CNH) antes y después del conflicto.
- Estos sucesos son satirizados en el libro de René Aviles Nueva Utopía y los guerrilleros, publicado en 1973.
- El libro de Paco Ignacio Taibo II, "'68", New York: Seven Stories Press, 2003 ISBN 1-58322-608-7.
- El libro "Parte de guerra. Tlatelolco 1968", documentos del general Marcelino García Barragán, los hechos y la historia (1999) Julio Scherer García y Carlos Monsiváis
- La novela de "Regina: el dos de Octubre no se olvida" de Antonio Velasco Piña.
- The Tlatelolco Massacre in Mexico por Ronald L. Ecker (inglés).
- La película del realizador suizo Richard Dindo Ni perdón, ni olvido... [1]
- La novela La Plaza de Luis Spota narra una historia ficticia del asesinato de una estudiante.
- El pequeño libro La noche de Santo Tomás, escrito por el Doctor Igor de Leon, narra uno de los hechos poco divulgados del 68 mexicano, la toma a sangre y fuego del Casco de Santo Tomás.
- La novela Amuleto de Roberto Bolaño.
- La estela de Tlatelolco de Raúl Álvarez Garín.
Sanjuana Martínez
Madrid.- Fueron tomadas por la noche. El flash ilumina el primer plano, deja sombras detrás de las figuras que destacan, mantiene el fondo en la penumbra. Son fotografías que fijan en un instante el caos de una fecha histórica para México: ¡2 de octubre no se olvida!.
En una aparecen dos agitados grupos de personas. El primero está integrado por individuos de elevada estatura, corpulentos, iguales, con un mismo corte de pelo de estilo militar, con la misma incomodidad dentro de la ropa de civil. Mismos zapatos negros, mismos guantes blancos en la mano izquierda; algunos, con una pistola en la derecha.
La secuencia se desarrolla en un amplio pasillo del edificio Chihuahua, a un lado de los elevadores. Al fondo, los detenidos se agolpan desordenadamente. Son acorralados sin contemplaciones contra la pared.
En medio de los hombres armados se encuentran algunos fotógrafos, aparentemente ajenos a la tensión del momento.
Los detenidos son conducidos a la planta baja por las escaleras, escoltados muy de cerca, uno a uno. Mojados, asustados, indefensos, algunos muy jóvenes, casi adolescentes.
Finalmente, en la planta baja, los soldados se hacen cargo de la custodia de los detenidos. Son obligados a quedarse en calzoncillos. Son colocados así, semidesnudos, brazos en alto contra la pared, mientras los soldados contemplan impasibles la escena, y una mujer vestida de civil colabora activamente con los hombres del guante.
El valor de las imágenes
No se necesita ser un experto para comprobar que esas fotografías muestran parte de lo sucedido en la noche del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz siempre sostuvo que fueron estudiantes quienes empezaron el tiroteo, con francotiradores colocados estratégicamente en los edificios. Esa tesis fue mantenida por los posteriores gobiernos surgidos del PRI.
Los testimonios de muchos estudiantes se referían a las personas que llevaban un guante blanco en la mano izquierda; también hay testimonios de periodistas extranjeros que denunciaron que fueron los hombres con guante blanco los que empezaron a disparar a los estudiantes y los que en medio de la confusión del tiroteo los secuestraron por unas horas en varios departamentos del edificio Chihuahua, donde les confiscaron los rollos fotográficos y las grabadoras.
Estas fotos ofrecen por primera vez la oportunidad de poder ver las caras de los victimarios y muestran en plena acción a los hombres del guante blanco, los integrantes del Batallón Olimpia. Se abre la posibilidad de que por fin sean identificados.
Las fotos también muestran la perfecta coordinación entre las Fuerzas Armadas y los grupos paramilitares, y ofrecen una prueba documental sobre las torturas y las vejaciones cometidas de manera reiterada por militares y policías vestidos de civil.
Demuestran que en los archivos oficiales existe toda la documentación necesaria para saber quién cometió la matanza de Tlatelolco.
El misterioso remitente
Al domicilio de la corresponsal llegó un paquete entregado anónimamente. Dentro de una bolsa negra de plástico, de las que se utilizan para guardar papel fotográfico, había 35 fotos inéditas sobre lo ocurrido en el edificio Chihuahua la noche del 2 de octubre de 1968.
Después recibió una llamada telefónica: Son unas fotos que creo le van a interesar. Son fotos del 68. Fueron tomadas desde dentro por un fotógrafo del gobierno.
Intentó preguntar algo, obtener mayores precisiones, conocer a su interlocutor, saber si era el autor, el fotógrafo: Luego la llamo, fue su lacónica respuesta.
Hubo una segunda llamada.
—¿Qué le han parecido las fotos?
—Me parece un documento estremecedor. Es un material histórico, de gran importancia. ¿Quién es usted? ¿Qué quiere?
—Queremos que salga a la luz pública. Queremos que se haga justicia. Buscamos una dimensión internacional.
—¿Por qué?
—Porque aquí no se va a hacer justicia. Ya vio lo de Digna Ochoa. Las cloacas del sistema priista están intactas.
—¿No confía en el presidente Vicente Fox?
—No. Fox no hará nada. Ya transó con ellos.
—¿Quiénes son ellos?
—Los culpables: los militares, los paramilitares, los policías y los gobernantes que mataron e hicieron desaparecer a cientos de personas.
—¿Pero por qué me entrega las fotos ahora? ¿Desde cuándo las tiene? ¿Las hizo usted?
—Eso no importa. Ahora es el momento preciso. Es cuando hay que sacarlas... ¿Le interesa o no?
—Por supuesto que me interesa. Dígame, ¿cómo quiere tratar el asunto? ¿Cómo le hacemos?
Se ríe un instante. Luego afirma: Supongo que usted entiende que esto es peligroso.
—Quiero saber quién tomó las fotos.
—Las tomó un fotógrafo del gobierno. Yo no soy el autor.
—¿Quién es el autor?
—Pregúntele a Luis Echeverría.
—¿Por qué a él?
—Él lo sabe. Pregúntele por el fotógrafo y por todo lo demás. Sobre quiénes trabajaron la noche del 2 de octubre. Pregúntele quién estaba al mando, por encima del general Hernández Toledo y el general Marcelino García Barragán aquella noche. Él lo sabe todo.
—¿Quiere decir que Echeverría es uno de los responsables?
—Es obvio.
—Él ha declarado que esa noche no estuvo allí Jesús Castañeda Gutiérrez, responsable del Batallón Olimpia y a quien después nombró jefe del Estado Mayor Presidencial, que tampoco estuvo el mayor Francisco Quirós Hermosillo, encargado del Campo Militar Número 1. Sin embargo, en las fotos aparece gente vestida de civil con el guante blanco en la mano izquierda, con aspecto militar...
—Los del guante son paramilitares de Guardias Presidenciales. Un ejército dentro del Ejército. Son gente del Estado Mayor Presidencial. Fueron ellos los que abrieron el fuego contra los estudiantes.
—¿Usted es consciente de que estas fotos desmienten la versión oficial sobre la matanza de Tlatelolco?
—Sí... Llegó la hora de que lo sepan todos los mexicanos. Que lo sepan también en otras partes del mundo, por ejemplo, España.
—¿Por qué en España?
—Porque allí se han investigado otras dictaduras, como las de Chile y Argentina.
—¿Qué pretende conseguir?
—Que se investigue también la matanza de Tlatelolco. La guerra sucia del gobierno mexicano. La desaparición de más de 500 personas ¡Que se haga justicia! ¡Queremos justicia! Aquí es imposible. En México sigue la impunidad.
—¿Quién tomó las fotos?
—Eso no importa, son fotos de adentro. No son de periodistas.
—Insisto, ¿quién tomó las fotos?
—Un fotógrafo de Echeverría.
Me dejas callada....ví ésas fotos hace unos años en Madrid, hojeando una revista donde aparentemente al escritor le importaba más lo ocurido que al gobierno.
ResponderEliminarGracias por publicarlas, porque debieron ver la luz, porque hablan por sí solas y porque son una mentada de madre al establishment.