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30/11/10

Margot

No recuerdo cuando la conocí.
Para mi, prácticamente, siempre estuvo ahí, aunque supongo que llegó un momento en el cual se destacó sobre el fondo de personas que me rodeaban, mis padres, ti@s, abuelos.
Sin embargo tengo recuerdos muy presentes de mi relación con ella, una vista desde su baño de la calle Mosqueta, su puesto de jugos en Martínez de la Torre, el mercado de la Colonia Guerrero, su lunar en la mejilla.
De niño era divertido visitarla, entrar a la vecindad, subir los lúgubres y sombríos escalones hasta su casa llena de luz, de los focos de iluminación, y un ventanal cubierto con una cortina no muy gruesa.
Todavía durante la Universidad la visite en algunas ocasiones, claro que nunca serían las suficientes, y a pesar de que siempre supe donde vivía, cuando vagaba por el tianguis del Chopo, no la visite.
Después del 85 se tuvo que cambiar a un departamento nuevo, el cual algún día conocí.
Otro recuerdo que tengo es que en su casa había jabón Nordiko, el cual usé por varios meses cuando me salí de mi casa para irme a vivir con mi compañera.
En fin, hoy soy un poco más huérfano, sin dos abuelos, sin mi abuela paterna, y ahora sin mi tía abuela Margarita, la cual, como apellido de casada, llevaba el Lorencez después del apellido paterno.

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