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14/8/09

El Eliot Ness mexicano

Sólo hay dos explicaciones posibles: o el secretario de Seguridad Pública federal quiso halagar al Presidente sirviéndole en bandeja de plata la oportunidad de lucir su valentía y determinación frente a Barack Obama y al primer ministro canadiense, o más maquiavélicamente, fue el propio Presidente el que organizó todo el tinglado. Sólo uno de ellos dos pudo tomar la decisión.

Los hechos son conocidos. En plena visita de Barack Obama y de Stephen Harper a nuestro país, y a unas horas de la conferencia conjunta de los tres mandatarios, la Secretaría de Seguridad Pública federal presentó ante los medios a un presunto narcotraficante a quien el líder del cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, habría encomendado la tarea de matar al Presidente de la República. A pesar de la trascendencia de la noticia, la información fue escueta. La detención sería el resultado de un año de investigaciones iniciadas a raíz de una amenaza contra el Presidente contenida en una narcomanta y que los habría conducido a descubrir que El Mayo buscaba vengarse del Presidente por pérdidas millonarias que había sufrido luego de unos operativos en los que se decomisaron grandes cantidad de dinero en efectivo. Eso es todo.

¿Se trató solamente de amenazas? ¿Había un auténtico plan para matar al Presidente? No sabemos. Pero gracias a este anuncio, Calderón tuvo la oportunidad, en un solo día, de lucir su ecuanimidad y resolución frente al crimen organizado en dos ocasiones y frente a públicos muy importantes.

La primera vez fue en compañía de Obama y Harper y frente a la prensa internacional; ahí dijo: “Ni nos intimidarán ni nos detendrán”. En la noche con Joaquín López Dóriga interpretó esta amenaza como un signo del éxito de la estrategia: “Si no les afectara la acción del gobierno, pues no se tomarían la molestia de andar buscando cómo me quitan a mí del camino”. Y agregó : “Lo que buscan es que uno le saque, que se eche para atrás y aquí ni nos intimidan ni nos vamos a echar para atrás”.

No pongo en duda la valentía personal del Presidente, pero sí me parece significativo que sea eso justamente lo que se quiera presumir. La valentía del Presidente es, o así lo ven el Presidente y su gente, el punto fuerte de este gobierno, lo que hace la diferencia. No es el éxito de un nuevo programa de gobierno, no es un tratado internacional, no es el monto de las inversiones, ni siquiera una detención espectacular, no; aquí lo que hay por lo pronto es un Presidente valiente.

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