Denise Maerker
Atando cabos
21 de agosto de 2009
Ni un peso más en impuestos si no se pone un alto al despilfarro y al abuso del dinero público del que somos testigos impotentes día con día.
Pagar impuestos es una obligación irrenunciable. De acuerdo. Dicho esto, no estoy dispuesta a pagar ni un peso más de impuestos si antes no se pone un límite a la cultura del dispendio que priva entre nuestros gobernantes y funcionarios. Las finanzas del Estado están en serias dificultades: menos producción de petróleo, precio más bajo del barril, menos turismo, menor actividad económica, menor recaudación. Falta dinero y de algún lugar lo van a tener que sacar. Las opciones no son muchas: o se endeudan, o cobran más impuestos, o gastan menos.
¿Pero nos pueden pedir legítimamente más sin un programa draconiano de austeridad? Yo creo que no. Por eso, y antes de que nos anuncien, de a cómo es el golpe, habría que enviarles un mensaje claro y contundente.
Ni un peso más si no se le pone fin a la opacidad con que los gobernadores manejan el dinero público. No puede el gobernador de Guanajuato comprar mil hectáreas a billetazo limpio sin decirnos de qué partida lo sacó y reservase la información durante cinco años.
Ni un peso más si antes no transparentan y controlan la forma en que los diputados se gastan y se reparten el dinero. Basta de acuerdos de la junta de coordinación política en la que se asignan millones a las bancadas. No más turismo legislativo.
Basta de privilegios: que todos los funcionarios y legisladores sean derechohabientes del ISSSTE y si quieren otros seguros médicos que se los paguen con su dinero.
Basta de la complicidad entre políticos que los lleva a llamar traidor al que se comporta con honestidad.
Ni un peso más si la Presidencia y el Ejecutivo no reducen su gasto corriente. No se puede pedir más cuando en Los Pinos se sobregiran año con año respecto a lo presupuestado. Ni un peso más si no desaparecen las secretarías inútiles. Y que se transparenten las millonarias partidas previstas para el festejo del bicentenario.
Estamos en una severa crisis económica, millones de mexicanos angustiosamente buscan la manera de mantener su nivel de vida. Cobrar más impuestos ahora es como hacerlo en tiempos de guerra, la justificación y el discurso tienen que ser inapelables. Y para eso hoy se necesita no un compromiso, sino una demostración de austeridad sin precedentes, un auténtico cambio en la cultura de las élites gobernantes respecto del dinero público, de lo contrario, la evasión y el no pago quedarán plenamente validados y justificados.
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